jueves, 14 de agosto de 2014

Los Jueces: o democracia o corporativismo


 

 

 

Los Jueces: o democracia o corporativismo

Desde que el hombre es hombre, incluso en su etapa equivalente a de los actuales chimpancés, con los que compartimos mas del 99% del genoma, con lo que no son tan distintos a nosotros como nos quieren hacer ver, quién gobierna al grupo, familia o clan, es consustancial al simio que todos llevamos dentro, incluso los jueces.
Desde que la Revolución Francesa, definió que “el poder emana del pueblo y no de Dios”, una nueva guerra de castas se desata.
Si el poder emana del pueblo, ¿cómo ejerzo este poder?, y como esto no puede ser en el ámbito individual y es inviable que a la vez todos podamos mandar, ¿como articulamos el ejercicio de este poder individual de forma colectiva?.
Mas de doscientos años nos separan de esta antítesis entre lo colectivo y lo individual y aun estamos en los balbuceos de la Historia, de cómo ejercemos ese poder popular.
 No hay formulas mágicas, ni todos tienen una misma opinión, aunque de manera incipiente ya hace unos milenios y en un marco histórico muy distinto  al actual, ya los Griegos con su democracia (gobierno «de la multitud» para Platón y «de los más», para Aristóteles) pusieron parte de las bases que nos trae a esta actual democracia,  del poder depositado en  el “demos - pueblo”.

En el caso de los jueces, viniendo de setenta años de franquismo ideológico en la carrera judicial, hasta hace bien poco, era coto privativo de las castas adineradas de la sociedad y por ende menos progresivitas, dándose como en muchas otras profesiones ligadas a ciertas clases sociales, una cierta endogamia y corporativismo e incluso verdaderas sagas familiares ligadas a una misma profesión, como farmacéuticos,  médicos, notarios, militares, etc.  Pues esta casta judicial, es junto  muchas otras, herencia directa del franquismo, y como las demás, nunca fue depurada tras la llegada este nuevo Régimen Constitucional, impuesto por la derecha, y “tragado” por la izquierda como mal menor, no sin la lucha de muchos de nosotros y que pasados los años se dulcifica y se almibara y adorna como si  esta fuese un regalo del buen Rey, de un visionario Secretario  General del Movimiento  y tras la rendición ideológica  del partido Comunista a cambio de su legalización y como muestra de democracia real, el cual como cooperante involuntario del Franquismo, que consideraba comunista a cualquiera que se le opusiera, con la aquiescencia a mayor engrandecimiento del PC y pareciendo que fuese él, el único frente opositor  ( junto a lo masón o judío, estos dos últimos, uno ya a modo testimonial y de coletilla insultante el otro), a cambio de su legalización y su creencia de ser los que capitalizarían cuarenta años de propaganda franquista de que era la única oposición, cosa que la realidad demostró ser tan falsa como la mentira franquista.
En España, no se nos olvide, no existió una ruptura con el régimen franquista, tuvimos la TRANSICIÓN, una obligada “reconciliación nacional”, donde los fascistas no búnkerianos,  que ostentaban el poder político mayoritario,  cedían parte de éste en un harakiri virtual, a cambio de que las estructuras de poder existentes,  se reconvirtieran en parte, dejando el poder político-legislativo a una democracia incipiente, inmadura y tan miedosa de si misma bajo el miedo del sable que requirió de no pocas  luchas sociales y el continuo reivindicar social, pero eso sí,  y manteniendo y adaptando el resto con lo que  no se toca la forma de estado monárquico, ni el poder empresarial y se va reconvirtiendo muy lentamente el judicial y el militar.
Volviendo al Poder Judicial, este se va reconvirtiendo a una seudo democracia, pues junto a la Corona es el único que pretende evadirse del control popular.
El poder de la justicia no emana del pueblo ni de Dios, pretenden trasladar a ellos el poder del Viejo Régimen anterior a la Revolución Francesa, incluso sobrepasando a este, pues pretenden que, como los antiguos emperadores romanos que se creían dioses, el poder judicial emane directamente de ellos. Justicia para el pueblo, pero sin el pueblo. ¡¡¡Elijámosnos, entre nosotros mismos, que eso es independencia judicial!!! nos dicen algunos.
La independencia real,  en una sociedad desigual, no existe. Tiene que haber contrapesos que equilibren la balanza de quienes parten de posiciones diversas y distintas. No es independiente la decisión de que compitan en igualdad los desiguales, pues ya dice nuestro refranero aquello de que “en el país de los ciegos, el tuerto es el rey”.  
Si los jueces quieren competir entre ellos, que lo hagan, pero el elector final siempre a de ser  el  mismo, el pueblo. Que es de quien emanan todo el poder, incluso el judicial.
El intento de hacernos creer que eso es politizar la justicia o la vida pública en general y que eso es malo. me suena  a fascismo sociológico casposo y mentiroso y rancio.

Si eso de politizar la  Justicia,  es malo, quiere decir que, según ciertos jueces,  ciertos políticos y como no la caverna mediática, y tal como a mí me inculcaban en una asignatura que se llamaba Formación  del Espíritu Nazional, “ la democracia es partitocracia, y es intrínsicamente  mala”, que “las elites de los mejores que quieren nuestro bien, son quienes nos tienen que gobernar”, o sea ellos mismos, ahora  los jueces y antes los del “Movimiento”.
Por si los mas jóvenes no lo saben, pues poco se  hace por que conozcan nuestra historia reciente, pues eso es reabrir viejas heridas y es guerracivilismo, esto del Movimiento Nacional, era el partido del Régimen en nuestra España fascista, la que inventó aquello  de la “Democracia Orgánica”, y que nos gobernó hasta bien entrada la transición, pues el régimen fascista pervive después de la muerte del dictador  en la figura de  Juan Carlos I  que lo es“a titulo de Rey” y tal como decían las “Sagradas Leyes Fundamentales del Régimen” que dos días después de la muerte de  Franco, y con los ojos llorosos,  juró nuestro anterior Rey.
La Democracia es Política de la buena, es la que es capaz de con el mandato del pueblo, enfrentarse a los poderes oligárquicos antiguos, que persisten en nuestras entrañas y que quieren manejarla comprándola, y a los nuevos emanados de la nueva Dictadura Mundial de los Mercados.
La política lo es todo. Es política si compro una lechuga asturiana o peruana, si compro a los chinos o a los europeos, si veo cine o leo un libro o escucho música. Todo es política “y no es malo, es distinto” y tememos la obligación de controlarlo desde el pueblo para que no seamos notros los controlados.
Los jueces que sepan que ejercen la justicia en nombre del pueblo y es a este al que tienen que rendir cuentas. Como lo hagan es labor de los legisladores, a quien el pueblo elige, para bien o para mal, y por eso lo de la justicia politizada me suena a fascismo/corporativismo disfrazado (dos caras de una misma moneda).
 

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