En
1936 mi abuelo Fernando, en el discurso
que da con motivo del Día de la República, entre otras reflexiones opina lo
siguiente:
“Indudablemente,
en la vida no existe cosa de más admiración, ni que asimile con más
facilidad y
hasta con más comprensión que los niños.
Es, a mi
juicio, un gran error ocultar a éstos, con el pretexto de que son inocentes,
los grandes
misterios de lo que es la vida real; pues ellos la sienten y comprenden en
muchos casos mejor que los mayores Cuántos hay que en los primeros años son
sabios ante los letrados, y de grandes se vuelven unos grandes ignorantes ante
los mismos niños.
El niño es
el futuro, el porvenir, como los hombres somos el presente, y los que dejaron
el mundo pasan a ser la historia.
Los tres
formamos esa trilogía que se llama, el ayer, el hoy y el mañana.
Ninguno de estos conocimientos está
obligado a ocultar al niño; todos tenemos
La
obligación de hacer que los conozca con el mismo derecho que nosotros mismos.
Él tiene
derechos ineludibles a conocer el ayer, tal como fue, para que le sirva de
Ejemplo
para hoy y de lección para mañana.
Por eso no
se le debe de mentir nunca y debe de hablársele con la claridad más
comprensible
de todas las cosas, pero sobre todo, de las trasformaciones políticas y
sociológicas que sufrió la humanidad desde los tiempos más remotos; pero sobre
todo, desde la época que es conocida en la Historia Universal, como edad
moderna, en el que unas cuantas familias tuvieron el bienestar y poderío de
todo el Continente, hasta que la Revolución Francesa vino
a arrancar de las garras de aquellos todas las propiedades que venían
usufructuando durante siglos, para entregarlas a los que hasta aquel momento
habían sido vasallos, los cuales no disponían como suyo hasta entonces ni de la
vida propia. e
El Acierto
de la Revolución Francesa fue que se dio carta de naturaleza a crear la pequeña
propiedad y el individualismo, dentro de cierta colectividad y repartir los
grandes feudos entre los que habían trabajado siempre la tierra, lo cual había
de ser la base del bienestar de estos pueblos, aunque para hacer todo esto hubo
que arrancar todas las reformas por la violencia, única manera de quitar todos
los privilegios a los nobles y pares de Francia, los cuales valían, solos,
tanto como el Rey, y juntos más que él, pero que no fueron nada ante un pueblo
que pedía, primero en la Bastilla y después en las Tullerías,
solo estas dos cosas: Justicia y venganza.
El gran Jovellanos,
el cual en varias obras que escribió a fines del siglo XVIII, daba la norma que
había que seguir para transformar la propiedad rural, única manera de salvar la
estabilidad política, social y económica del Reino y de conseguir su
prosperidad.
La lucha de
clases que tenía su origen en la falta de equidad en el
reparto del
bienestar que ya disfrutaban con holgura los demás países del Continente
dividen los grandes latifundios, imponen a los privilegiados la confiscación de
los mismos por utilidad pública, forman la pequeña propiedad, y a la par qua
surge la prosperidad de aquellos países aseguran la paz social y económica de
los mismos.
En España nada de esto se había hecho al llegar al
Poder los hombres de la República el año 31.”
Esta reflexión, da muestra de cómo era el
pensamiento de los intelectuales de izquierdas, que fueron capaces de poner sus
vidas y sus muertes, para que el sistema cambiase y tenían muy claros los
objetivos y las metas, y que los logros sociales, solo se consiguen sin la
resignación y con la lucha y que el capital nunca da nada por la de buenas y que este ha de ser siempre arrebatado.
Después de la
II Guerra mundial, y tras el pacto tácito de los capitalistas liberales con la
socialdemocracia, y como freno al comunismo soviético, de cambiar la forma de
organización social de los estados, con mas democracia y un “estado del
bienestar”, apuntalado en seguridad en
el trabajo, pensiones seguras, sanidad
y educación, extendida a toda la sociedad, con unos sindicatos fuertes y una
negociación amistosa con las patronales.
Esto en España solo se atisbó después de la
muerte del dictador y con el reconvertimiento,
sin ganas, del franquismo a la
democracia.
Era la época de
la disyuntiva de si “Transición o Ruptura”, que se saldó con una transición,
que como se decía de aquella, fue la
de “los mismos perros con distintos collares”.
Ahora nos encontramos nuevamente, en un
estado mundial de transición, en donde los modos reales de gobierno, se
encuentran con la democracia noqueada por los “MERCADOS y sus exigencias, con un estado de violencia y guerras consentidas
y estimuladas y donde las desigualdades
nuevamente han crecido hasta ser obscenas.
Tenemos unos
partidos y sindicatos noqueados aun, tras la tras la adormidera que significó
“el estado de bienestar”, que se poco a
poco va dejando de existir.
Nos adentramos
en una etapa en que el capitalismo, atrincherado tras la punta de ataque de LOS
MERCADOS Especulativos, van creando ,crisis tras crisis, rompiendo de manera
unilateral, el “pacto del estado de bienestar”, el gobierno democrático de los
estados supeditados a organismos no
democráticos de poder y con un retroceso de las consecuciones sociales.
Están avocando
al mundo a un a etapa prerrevolucionaria, en
el sentido francés de
revolución.
No hay un Rey
Absolutista que motive el descontento, ahora
son los MERCADOS, su manera inhumana de actuar, es el FMI y TROIKAS que
nadie eligió y que gobiernan sobre los países, de manera directa en unos casos
y de indirecta en otros.
Yo no tengo la formula y la receta, pero como ya
antes en la reflexión de mi abuelo, habrá un momento en que “ la falta de equidad en el reparto del
bienestar que ya se disfrutaba con holgura e algunos países y sobre la que se
asienta la paz social, llegará a que la impudicia de los privilegiados y su deslealtad
social, lleve en algún momento de la historia, nuevamente, a la confiscación de los mismos por utilidad
pública, volviendo a fomentar la pequeña propiedad, y a la par el resurgir de
la prosperidad repartida en los diversos países, que nuevamente
aseguran la paz social y económica de los mismos.
Como dijo un revolucionario francés, “nunca se sabe el tamaño de la chispa que se
necesita para hacer estallar el barril de pólvora que inicia una revolución ni
su alcance.
No hay comentarios:
Publicar un comentario